lunes, 26 de agosto de 2013

Te espero

¿Dónde están los hombres caballerosos? ¿Dónde está la galantería de un buen piropo? ¿Dónde están esas personas del sexo masculino que se esforzaban por conseguir una cita? Muchas veces me pregunto si vivo en un mundo paralelo en el que solo a mi me importa todo ello.

Recuerdo que de pequeña, como cualquier niña a esa edad (digo en mi generación, y no es que de ello haga 30 o 40 años, pero el mundo ha cambiado mucho en muy poco tiempo y ahora soy incapaz de ver inocencia en una niña de apenas doce años) soñaba con los príncipes azules. Esos hombres que luchaban contra viento y marea por su pareja, esos que les importaba muy poco hacer lo que fuese necesario cuando su novia tenía problemas, esos capaces de mostrar su amor con pequeños detalles, esos que te hacen sentir importante, especial. Luego crecí y descubrí la gran mentira que se esconde tras los príncipes.

La inocencia, ese fino velo que nos envuelve cuando la magia aun nos rodea, cuando soñamos con cuentos de hadas, es algo perecedero, que antes o después acaba cayendo. Algunas personas son capaces de conservar un fragmento de él, pero aun así, ya no los cubre del mismo modo que cuando eran unos niños. La madurez se impone con fuerza, dejando aparcado en un rincón la sencillez con la que en nuestros primeros años vemos la vida. Cuando crecemos descubrimos la mentira que se esconde en los cuentos infantiles, como es el caso del príncipe azul.

Recuerdo como mi madre me decía “si una mujer dice no, un hombre no tiene nada que hacer”. He de imaginar que aquello sería en la época de nuestras madres o abuelas, porque hoy en día pocas mujeres saben, o más bien, quieren decir un no. Así no es de extrañar que no existan hombres capaces de comprometerse, capaces de compartir su vida con alguien sin cansarse. ¿Qué me dicen de todos los divorcios que hay desde hace unos años? Nadie, no solo los hombres, sino también las mujeres, son capaces de aguantar una convivencia, y al primer problema, acaban divorciándose. Y es que lo tienen fácil. Saben que no tendrán ningún problema en encontrar pareja en cuestión de semanas o escasos meses.

Muchos dirán que eso es pura demagogia, pero lo cierto es que es la realidad. Mi madre suele decirme que la maldad que hay ahora en los jóvenes, no la había antes. Y por lo que cuenta de aquella época de inocencia, bondad y honradez, debe ser cierto, porque nada se parece a la de hoy en día.

En ocasiones pienso que debí nacer en otra época porque, siendo una joven veinteañera, no me siento reflejada con la juventud de la actualidad. En una sociedad corrompida en la que toda vale, en la que el alcohol, las drogas y el sexo se imponen en el día a día incluso en medios de comunicación como la televisión, en la que se han perdido todos los valores que nuestros abuelos atesoran, me siento como una extraña, como si estuviera en un lugar que desconozco.

Es difícil ir a contracorriente, en el sentido contrario al que va la humanidad. Por lo que la gran mayoría simplemente se deja arrastrar sin pararse, echar el freno y pensar. Y es que no es fácil tener la capacidad y la personalidad suficiente como para no dejarte llevar por todos los “valores” que se han impuesto en las últimas décadas. Es más cómodo seguir a la manada.

En una sociedad marcada por la nula existencia de valores éticos o morales, yo me pregunto ¿y dónde queda el amor? El amor con mayúsculas. No ese que califican de amor en el que se ve extraño que una relación dure varios meses o un año. En el que lo común es que no pase de un par de meses. No. Me refiero al amor de antaño, de nuestros padres o abuelos. Supongo que queda en el recuerdo de sus generaciones y en la añoranza de aquellos que, como yo, anhelamos algo así.


Yo me resisto a pensar que no queden hombres honrados, honestos, amables, cariñosos, detallistas,... Todo aquello que antes era normal en la sociedad y ahora parece estar en grave peligro de extinción. Por eso, yo espero. Te espero. Espero el día que aparezcas y me hagas creer que existe el amor verdadero, que me hagas sentir la persona más importante de tu vida, que me cuides y me mimes, que me respetes y que me ames del mismo modo que yo a ti. Espero el día que decidas aparecer para sacarme una sonrisa, que me llames solo para escuchar mi voz e interesarte por mi. Espero el día que aparezcas y hagas que solo pueda pensar en ti, que toda mi mente la ocupes tú , que te metas en cada poro de mi piel. Porque me niego a creer que no existes, te esperaré.

2 comentarios:

  1. Muy buena reflexión compi y tienes toda la razón y créeme, aunque soy unos años mayor que tú, también pienso muchas veces que nací en la época equivocada. Es difícil encontrar a un caballero de los que arriesgan la vida por ti o simplemente te invitan a un café por las mañanas.

    Me alegro mucho de que hayas abierto el blog, siento no haber comentado antes pero he tenido un par de días de locura, ¿ves qué fácil resultó que las musas te volvieran? Solo era cuestión de volver a escribir por y para ti, por hobbie y no como una obligación.

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    1. Gracias compi. Somos pocas las que pensamos de ese modo. Es bastante complicado; parece que esos caballeros se esfumaron.

      No te preocupes Zeny. Si, no sabía lo fácil que podía ser hasta que decidí volver a escribir por gusto para mi. Gracias por tus consejos ;)

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