sábado, 31 de mayo de 2014

Inconexo

Cuando la mente está más ocupada es el momento en que la inspiración llega a mi y hace que palabras o frases no se vayan de mi cabeza hasta que las escribo. Es lo que lleva ocurriéndome desde hace un par de semanas y hoy he decidido compartir dos de esos pensamientos con vosotros.
Son ideas inconexas así que no tratéis de buscar el lazo de unión entre ambas; no lo tienen.


Esa sensación primitiva se apoderó de mi cuerpo como lo hacía cada noche desde que las hojas de los pétreos árboles emprendieron su propio camino.
Mis manos acariciaron la sedosa tela que mis ojos aun recordaban protegiendo su cuerpo como si fuera una delicada pieza de porcelana. 
Hoy es tan diferente que duele. El corazón se siente incompleto sin esas manos que me tomaban con cuidado y me daban esa protección, esa sensación de calor y seguridad que desapareció una oscura noche bajo el sonido del otoño.
Protección, ese sensación que hiciste aflorar en mi y un día arrancaste de raíz, eso que busco en otros pero no obtengo en su totalidad, eso que ahora sé que jamás volveré a hallar del modo en que un día lo encontré entre tus brazos.

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Lágrimas silenciosas la bañan en la soledad que da la coraza construida a modo de muro impenetrable. Lágrimas que nadie le verá derramar, que nadie conocerá cubrir su marmóleo rostro, que nadie sabrá que deja correr como un caudaloso río. Lágrimas que contiene, que guarda para si misma, que jamás nadie creerá que alguna vez puedan inundar sus ojos del color de la miel.