¡Buenas chic@s! ¿Qué tal os está yendo la Semana
Santa? Yo os traigo hoy una nueva entrada que no tiene nada que ver con El
antifaz negro pero me apetecía mucho compartirla con vosotros.
Los que me empezasteis a leer cuando este blog
comenzó a dar sus primeros pasitos sabréis que cuando lo cree fue con la
finalidad de compartir todo lo que pasara por mi cabeza, sin necesidad de que
las entradas tuvieran conexión. Hoy quiero volver a esos inicios con algo
diferente.
Hace años descubrí el mundo de los foros de series
con uno de Bones, un procedimental basado en la vida de la antropóloga forense y escritora
estadounidense Kathy Reichs, y fue en en él donde comencé a escribir
de forma pública.
Aprovechando el final de la serie he escrito un
artículo como una forma de despedirme de la serie que me ha acompañado durante
tantos años y que ha formado parte de mi vida.
Tanto si sois seguidores de ella como si no, os
invito a que lo leáis y descubráis la serie desde mi punto de vista. Espero que
os guste.
Bones,
más que una serie
28 de marzo de 2017, una fecha que muchos no
olvidaremos nunca. Después de 12 temporadas, una de las más longevas series de
la cadena americana Fox llegaba a su final y yo aún sigo haciéndome a la idea
con lágrimas en los ojos cada vez que veo como los actores se despiden de ella.
Durante todos estos años ha sido como esa fiel amiga que sabes que está ahí, y
aunque hemos tenido desencuentros, como en toda buena relación ha permanecido
siempre a mi lado. Y lo seguirá estando, porque si hay algo que nunca sucede
para los fans de una serie es que acabe; para nosotros permanecerá viva.
Recuerdo que cuando empezó yo era una cría que comenzaba
a estudiar en el instituto y, de repente, una noche haciendo zapping encontré
una serie que captó mi atención. La protagonista, Temperance Brennan, se
dirigía hacia los demás asegurando que era la mejor en su campo, la
antropología forense, sin ningún temor a que la pudieran calificar de ególatra.
Su convicción en su brillante inteligencia llamó mi curiosidad y solo tuve que
ver un capítulo para saber que estaba perdida: me había enganchado.
Una mujer fuerte que se protegía del mundo con la antropología,
convirtiéndola en su escudo; una mujer que no permitía que nadie entrara en su
vida por miedo a ser lastimada, se convirtió rápidamente en alguien con quien
me identificaba. A través de los ojos de Brennan siempre me he visto a mí misma
y fue eso lo me llevó a amar aún más la serie y a aprender con ella. Con una
niñez marcada por la desaparición de sus progenitores y la marcha de su único
hermano, Brennan se encuentra sola en el mundo y hace de la ciencia su aliada. Racional
hasta la médula, no cree en nada que no se pueda demostrar empíricamente, apoyándose
en lo que conoce, la ciencia, como si fuese una extensión más de sus
extremidades.
Pero Brennan no ha estado sola por mucho que se
empeñara en mantener a una distancia prudente de su vida a todas las personas.
Junto a ella, y sin separarse de su lado ni un solo instante, estaba Seeley Booth, un
agente del FBI que se dirigía a ella como Bones, apodo que aunque al principio
no le gustaba, acabó aceptándolo y queriéndolo como si se tratase de su nombre. Booth es un ex francotirador que con su trabajo en el FBI trata de
redimirse de todas aquellas vidas a las que puso fin y de las que se
responsabiliza. Creyente en Dios y en las personas, de grandes valores y de
fuerte corazón, se muestra al mundo con una hebilla en el cinturón con el
emblema de un gallo, la mejor representación de quien es, y con unos calcetines
a rayas de colores que nos enseña el lado divertido que se esconde detrás de
esa apariencia de duro agente del FBI. Durante muchas temporadas es la imagen
del hombre que todas querríamos para nosotras, al menos yo quería uno como él.
Booth y Brennan, junto con su equipo de
«cerebrines», como el agente los llama, comienzan a trabajar juntos, ayudándose
mutuamente con el fin de lograr hacer justicia para las víctimas y condenar a
los asesinos. Y ya se sabe, el roce hace el cariño.
Como en toda serie que se precie la relación laboral acaba dando paso a una relación sentimental que se va haciendo de rogar hasta la sexta temporada, cuando todo cambia. A partir de ese momento vivimos una bonita y a ratos sosa relación, una posterior boda y la llegada de los dos hijos de la pareja.
Como en toda serie que se precie la relación laboral acaba dando paso a una relación sentimental que se va haciendo de rogar hasta la sexta temporada, cuando todo cambia. A partir de ese momento vivimos una bonita y a ratos sosa relación, una posterior boda y la llegada de los dos hijos de la pareja.
El equipo de Brennan está compuesto por Jack Hodgins, el rey del laboratorio, mi «hombre de
los bichos», doctorado en entomología, botánica y geología, me enseñó el mundo
que gira en torno a los microscopios y espectrómetros, a las probetas y
pipetas, y lo adoré mucho antes de que yo pudiese pisar un laboratorio. Obsesionado
con las conspiraciones, verá en Ángela Montenegro, la artista del equipo que
pone cara a las víctimas, a la mujer que quiere para pasar el resto de su vida. Viven una intensa relación llena de momentos para recordar así como de otros que no hubiesen deseado vivir jamás, y se convertirán en la segunda pareja de la serie.
Junto a ellos trabaja Zack Addy, el becario que
considera a Brennan su mentora, y posteriomente Camille Saroyan, Cam, la jefa
del laboratorio que llega en la segunda temporada para quedarse para siempre,
además de multitud de internos que van rotando con el fin de ocupar el lugar que deja Zack tras ser
internado en un hospital psiquiátrico por ayudar a Gormogón, un asesino en
serie: Arastoo, Wendell, Vincent, Daisy, Clark, Finn, Fisher, Oliver, Jessica y
Fuentes.
Y por otro lado Booth tendrá a su lado como equipo a
diversas personas que trabajan para atrapar a los malos: Sweets, el psicólogo
del FBI, Caroline, la fiscal de Whasington, y el agente Aubrey.
Entre los personajes, con el tiempo, se van creando
relaciones de todo tipo: amistad, compañerismo, parejas. Como la vida misma,
van forjando lazos hasta llegar a convertirse en una pequeña familia.
Hace unas semanas nos mostraron cómo de fuerte son esos lazos con el último capítulo de la serie. Tras estallar varias bombas en el Instituto Jeffersonian, el laboratorio médico-forense en el que trabaja Brennan junto a su equipo, nos hacen pasar unos minutos muy angustiosos en los que no sabemos si los personajes están vivos o tienen alguna secuela grave. Un episodio en el que nos tienen expectantes hasta los últimos minutos, para mostrarnos un final en el que los protagonistas hacen balance de momentos vividos durante los doce años que llevan trabajando juntos y nos recuerdan que la vida está llena de eso, de momentos, que son los que les han dado sentido a la suya. Un final abierto que nos permite imaginarlos en un futuro viviendo una vida plena con su familia de sangre y de corazón, sin dejar de hacer justicia trabajando codo con codo, como mejor saben hacerlo.
Quizá después de leer esto muchos penséis que es la
clásica serie de investigación, pero no os dejéis llevar por las apariencias.
Bones es mucho más que asesinatos y asesinos, que huesos y pruebas de
identificación, por eso ha conseguido lo que todas las cadenas desean para sus
series: una legión de fans fieles hasta la médula que la han acompañado durante
estos 12 años.
Con Bones comprendemos la importancia de esa familia
que uno elige, de esos amigos que están siempre, ocurra lo que ocurra, tanto
para salir una noche de copas como para ser nuestro paño de lágrimas. Para
felicitarnos por haber dado el paso con ese hombre que no se ha alejado de
nuestro lado durante años, y para buscarnos removiendo cielo y tierra tras
haber desaparecido. Nos enseña el valor de quienes están a nuestro lado porque
quieren, porque nos quieren.
Aprendemos que aquellos con quienes nos une lazos de
sangre no tienen por qué ser perfectos ni hacer siempre las cosas bien, pueden
equivocarse como cualquier otra persona, pero hay algo que siempre será cierto,
que nunca cambiará: jamás dejarán de querernos.
Nos enseñan la relevancia del trabajo científico, la
gran utilidad que pueden tener pruebas cuyos nombres en ocasiones nos suenan a
chino (confieso que hasta que yo misma no usé muchos de los aparatos e hice
algunas de las pruebas que nos enseñan en los capítulos, a veces no comprendía
exactamente lo que hacían, y que el haberlo visto previamente en Bones me
sirvió mucho en mis posteriores prácticas), y nos muestran que hay muchos más
huesos en el cuerpo humano de lo que podamos llegar a imaginarnos.
En mi caso es la serie que me ha acompañado durante
más años en mi vida, en edades
complicadas, en momentos difíciles. La serie con la que comencé a
mostrar a los demás, por medio de foros, que mi forma de comunicarme siempre ha
sido a través de la escritura. Por todo eso ver Bones se convirtió en ese
momento en el que ponía en pause al
cerebro y simplemente disfrutaba, y por ese mismo motivo los echaré mucho de
menos. Pero como ya os decía, para los fans una serie nunca muere así que…
¡larga vida, Bones!